jueves, 4 de diciembre de 2008

Bob Cousy


Este es mi primer artículo de opinión en el recién creado blog, que como su nombre indica, tengo la intención de que sea el baloncesto el tema principal del mismo.
Pues bien, podría hablar sobre muchísimos temas, pero voy a hablar de un jugador, Bob Cousy. No tengo ningún motivo en particular para empezar este blog hablando de este jugador, simplemente, en el día de ayer vi el último partido de su exitosa carrera profesional. Un Celtics-Lakers, como no podía ser de otra manera, jugándose el título, y como no, ganando a los angelinos por tercera vez consecutiva. Hablamos de la Final de 1.963.
Bob Cousy, en mi opinión, fue un adelantado a su época. Tenía una visión del baloncesto muy moderna, atrevida, algo bastante inusual en aquellos tiempos. Recordar que Cousy debutó en 1.950, apenas cuatro años más tarde de que se iniciase la NBA. Pero si hay algo que observo en este fenomenal jugador que me gusta, es su romanticismo. Su manera de ver el juego era totalmente romántica. Jugaba haciéndolo bonito, invetándose pases, fintas, tiros, y haciéndose dueño del ritmo del partido. Los Celtics eran sobriedad, equipo, un bloque. Pero ahí estaba Cousy, un auténtico malabarista que, en el que fue su último partido de su vida, jugándose un Campeonato en Los Angeles, no le temblaba el pulso lo más mínimo, y se le ve jugar con una confianza en sí mismo, una tranquilidad y una elegancia, que pocas veces he visto. Yo a eso le llamo ser un romántico. Despedirte de tu carrera, jugando de esa manera, intentando hacer jugadas bonitas, asistencias preciosas... Eso sólo lo puede hacer un verdadero crack, y recalco, una vez más, que estamos hablando de un jugador de los años 50 y principios de los 60. Ahí es nada.
Había visto imágenes de él, pero nunca un partido entero. Y viendo ese encuentro suyo, pensé en dos jugadores, Magic Johnson y Pete Maravich. En Magic pensé porque él manejaba el juego de una forma similar. Sabía muy bien como llevar el ritmo del partido y como dar asistencias fantásticas a sus compañeros. Y en segundo lugar pensé en Pete Maravich por las filigranas que éste hacía, y que Cousy también se inventaba cada vez que pisaba una cancha de baloncesto.
Así que esta fue la impresión que me llevé al ver ese partido ayer. Sobretodo me fijé en Bob porque fue su último partido, pero evidentemente me fijé en todos los jugadores, aunque, evidentemente quien más me sorprendió fue él. Un sólo encuentro no es suficiente para conocer a fondo a un jugador, pero sí es cierto que te puedes hacer una idea bastante aproximada. Yo lo tengo bastante claro, Bob Cousy fue un privilegiado. Tenía un concepto del baloncesto maravilloso: jugar haciéndolo bonito. Así ganaban todos, el propio jugador, que era el primero en divertirse y el público. Y si encima, a eso se le añaden seis Campeonatos ganados que fueron los que ganó, ¿Qué más se puede pedir?

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